jueves, 30 de enero de 2014

Consciente VS Inconsciente




Llevo prácticamente toda mi vida tomando mis decisiones de manera mental, buscando pros y contras, analizando y decidiendo a mi entender, de manera consciente. Mientras he tomado las decisiones y he elegido mis caminos de esa manera, ni siquiera me planteaba que hubiese otra opción, no solía pensar en el inconsciente, y cuando lo hacía solía pensar en algo tenebroso, que en ocasiones nos juega malas pasadas. Sin embargo, gracias a lo que he ido aprendiendo últimamente, se que el inconsciente es mucho más que tinieblas.
No he encontrado un consenso numérico, pero las cifras hablan por si solas, el inconsciente procesa unos once millones bits de información frente al consciente, que no llega a los 50 bits por segundo. Con esas cifras, parece interesante asumir que una parte importante de nosotros no es consciente, sino que viene determinado por ese inconsciente. 

El inconsciente se encarga de procesar la información que recibimos, gracias a toda la información que capta, tenemos una visión de la realidad, porque si tuviésemos que percibir la realidad desde la parte consciente, a la velocidad que hemos visto que recibe la información, tardaríamos una eternidad...

¿De qué manera tomamos nuestras decisiones?
Aun cuando la decisión es consciente, por ejemplo, iré al gimnasio tres días a la semana, el consciente nos lleva a la recepción del gimnasio a pedir información y pagar la matrícula, pero el que ha decidido de antemano para qué es bueno para nosotros ir gimnasio, qué nos aportará, y si realmente vamos a hacerlo o no, es el inconsciente. Me gusta decir que es un poco juguetón, porque le gusta tomar las decisiones y que parezca que estamos siendo nosotros desde la consciencia. 
Parece obvio que aunque hable de estas dos partes de manera separada, no lo están, forman parte de nosotros de manera intrínseca. 
La buena noticia, es que estos programas que llevamos instalados en el inconsciente, se pueden modificar a nuestro antojo para que funcionen a nuestro favor. 

Como es costumbre, estoy a vuestra disposición para aclarar esta u otras cuestiones.

Os deseo un día maravilloso.
Un fuerte abrazo,
Tamara

jueves, 23 de enero de 2014

El Para Qué de nuestros objetivos


En numerosas ocasiones, consideramos que seremos más felices cuando tengamos pareja, cuando tengamos hijos, cuando consigamos un ascenso en nuestro trabajo, cuando estemos de vacaciones, cuando, cuando, cuando...
También nos ocurre que cuando conseguimos aquello que teóricamente nos va a hacer felices, no lo somos, o al menos no del todo. Considero fundamental que nos hagamos la pregunta ¿Para qué? antes de comenzar a trabajar con el objetivo. Por ejemplo, si hemos decidido que seremos felices cuando tengamos un hijo, la pregunta es ¿para qué quiero tener un hijo? la respuesta a esta cuestión es absolutamente personal, y cada uno querrá tener un hijo para obtener unos beneficios. Una posible respuesta podría ser: para obtener el fruto del amor entre mi pareja y yo, para sentirme útil en el papel de cuidadora, educadora, para dejar un legado, para sentirme realizada como mujer, para sentir el embarazo, el parto, la lactancia, etc. 
En cada respuesta, yo seguiría preguntando ¿para qué? De manera que sería algo así:
(P) ¿Para qué quieres obtener el fruto del amor entre tu pareja y tu? 
(R) Para engendrar una maravillosa persona desde el amor. 
(P)¿Para qué quieres engendrar una maravillosa persona desde el amor? 
(R) Para que mi hijo se sienta absolutamente deseado y querido.
(P) ¿Para qué quieres que tu hijo se sienta absolutamente deseado y querido?
(R) Para que se se sienta maravilloso, único y perfecto.
(P) ¿Para qué quieres que tu hijo se sienta maravilloso, único y perfecto?
(R) Para que sea feliz.
Preguntaría en el resto de opciones, porque gracias a estas preguntas, descubrimos la verdadera intención de nuestras acciones, del razonamiento que damos en primera instancia, en muchas ocasiones, aparecen necesidades diferentes, que pretendemos cubrir.
Es importante, no sólo conocer cuáles son las motivaciones que nos llevan a querer alcanzar determinados objetivos, sino también plantear si podemos cubrir esas necesidades desde otras acciones u objetivos, de manera que si por el motivo que sea, no podemos alcanzar ese objetivo, podamos conseguir cubrir esa necesidad desde otro lugar. Por ejemplo, alguien que quiere ascender en su puesto de trabajo, y las motivaciones que le llevan a eso, son las de reconocimiento, mejora salarial, etc. a lo mejor llega a la conclusión de que el ascenso no depende sólo de él, pero que quiere escribir un libro, que le aportará ese reconocimiento social que quiere y además le aportará unos ingresos. 
La buena noticia, es que podemos cubrir nuestras necesidades desde diferentes objetivos, no por no conseguir un objetivo, significa que tengamos que renunciar a obtener el beneficio que deseamos. 

Os invito a preguntaros el para qué de vuestros deseos...

Como siempre, estoy a vuestra disposición por si necesitáis aclarar algún concepto.

Os deseo el día más maravilloso posible.
Un abrazo,
Tamara 

jueves, 16 de enero de 2014

Las Creencias


Vivimos en base a un sistema operativo que está instalado en nuestra mente, y aunque no seamos del todo conscientes de con qué programa operamos, todos lo hacemos en base a esos condicionantes instalados. La buena noticia, es que esa programación, podemos modificarla, para ello lo primero que necesitamos es tomar conciencia de cuáles son los parámetros del programa que tenemos instalado.
Según diversos autores, la mayoría de las creencias que tenemos instaladas, se archivan en nuestro disco duro antes de los siete años, y van asociadas a una determinada emoción; cuanto más intensa haya sido la emoción en el momento de la instauración de la creencia, más arraigada está, y para poder cambiarla es necesario sustituirla por otra que también tenga una fuerte carga emocional. 
En ocasiones, nos quejamos porque nuestro nivel económico ronda con demasiada frecuencia "llegar a fin de mes", y a veces decimos, me gustaría tener más dinero, ir más desahogado... sin embargo, es muy probable que en nuestro programa haya creencias del tipo: "el dinero corrompe", "el dinero no da la felicidad", "el dinero es sucio" o cualquier otra variante en este sentido en relación con el dinero. Aunque nosotros de manera consciente pensemos que queremos más dinero, para "darle la razón a las creencias que tenemos instaladas", haremos todo lo posible por boicotear el hecho de tener más dinero. En contrapartida, podemos tener creencias relacionadas con el dinero tales como "el dinero viene a mi con facilidad", "merezco tener una economía saneada", "agradezco al dinero que me permite seguir formándome", etc.
En determinadas ocasiones, cuando tomamos conciencia de una creencia que está operando en nosotros, nos damos cuenta de que esa creencia no es nuestra, aunque la tengamos instalada, en muchas ocasiones se trata de una creencia familiar, que nuestros padres también heredaron, y que se va pasando generación tras generación como si fuese la única opción posible, teniendo en cuenta además, que pocos se plantean cuáles son sus creencias, o lo que están transmitiendo a sus hijos.
Después de hacer el análisis de creencias que tenía instaladas, me he encontrado con que algunas de ellas, fueron vitales hace muchos años, para la supervivencia de mis abuelos, bisabuelos, etc. sin embargo, hemos continuado con ellas hasta hoy, simplemente porque no habíamos parado un momento a pensar sobre ello. Otras de las creencias, siguen estando en uso, y quiero mantenerlas.
Para poder decidir si queremos continuar con una creencia o no, la primera pregunta es ¿me limita o me potencia? Parece claro que si me limita, puedo modificarla por una que me potencie, y aquellas que me potencian, las mantendré para que sigan trabajando en mi beneficio.

Estoy a vuestra disposición para todos aquellos que queráis hacer trabajo con vuestras creencias.

Deseo que tengáis el mejor día posible.
Un abrazo,
Tamara Losada

tamaralosavan@gmail.com

jueves, 9 de enero de 2014

Victimismo VS Elección Responsable



A mi entender, existen dos grandes maneras de asumir nuestra vida, desde el victimismo o desde la responsabilidad. En ocasiones todos nos hemos encontrado en uno de los dos sistemas de vida. Cuando operamos desde el victimismo, la posición es que el exterior es el único responsable de solucionar nuestros problemas, o de proporcionarnos aquello que anhelamos. En este momento de crisis económica, pero yo diría crisis de ánimo, son muchos los que esperan a que la situación mejore para encontrar trabajo, para comprarse una casa, para hacer cualquier cambio en su vida, que parece desean hacer, pero el exterior les da indicadores de que no es el mejor momento. En ocasiones, desde esta manera de pensar, tendemos a culpabilizar al entorno de aquello que nos sucede o no, lo que tenemos o deseamos, lo que nos pasa, etc. Frases como "el día que mi pareja me envíe flores al trabajo, seré feliz", la frase es un poco exagerada, pero deja ver un comportamiento que algunas veces utilizamos. Desde la responsabilidad y el poder de elección, pregunto ¿le has dicho alguna vez a tu pareja lo feliz que te haría que te enviase flores al trabajo? ¿Sabe tu pareja que te gusta que te regalen flores? ¿Qué es lo que sentirías al recibir ese regalo? ¿Es algo que sólo puedes sentir si te envían flores, o tienes alguna manera más de sentirte así? 
Desde el lado de la elección responsable, las decisiones ya no se toman ni desde el exterior ni en base a éste, pasamos a un momento de egocentrismo bien entendido. Yo decido qué es lo que me gusta, a qué quiero dedicar mi vida, con quién quiero estar, dónde quiero vivir, y me pongo en marcha para conseguirlo, si lo que me gusta es ver todos los días un jarrón de flores en la mesa del despacho mientras trabajo, tengo varias opciones, una de ellas es ir y comprarme el ramo que más me guste y disfrutar de el, tanto tiempo como duren las flores, claro que también puedo decírselo a mi pareja, a mi padre, a mi hermana, a quien yo quiera, pero tendré que especificarle también qué flores son las que más me gustan, no sea que decida regalarme claveles, y yo esté esperando girasoles, porque otra vez puedo caer en el victimismo de por qué yo, con lo fácil que era regalarme girasoles y van y me regalan claveles. Por tanto, desde la elección responsable, tomamos una decisión y no nos paramos a esperar a que el "mundo" nos lo brinde, sino que nos ponemos en marcha, engrasamos toda nuestra maquinaria, buscamos todos aquellos recursos que nos puedan hacer falta y vamos derechos hacia nuestro objetivo.
Cuando comienzas a vivir desde el plano de la elección y ves a otras personas continuar sentadas en su victimismo, tienes la necesidad de que todo el mundo tome las riendas de tu vida, de la misma manera que has hecho tú, porque a tí te ha funcionado y piensas que de esa manera el resto estará mejor, será más feliz, sin embargo, no tenemos derecho a querer "salvar" a nadie. Podemos poner toda la información que tenemos a disposición de los demás, explicar cómo estamos haciendo las cosas, pero no estamos en un escalón superior que nos permita decidir sobre la vida de otros, de la misma manera que nadie puede decidir sobre la nuestra. Si una persona opera desde el victimismo, conoce que hay otras maneras de funcionar, y aun así decide seguir en ese estado, no somos nadie para decidir lo contrario, demostramos mucho más respeto hacia esa persona si le permitimos que continúe allí donde quiere, quizá no es su momento, casi seguro que obtiene unos beneficios asociados a esa manera de funcionar, tales como que determinadas personas estén más pendientes de ella, la protegan, cuiden, etc., y no somos nosotros quienes para decidir si el precio que está pagando es elevado, ese cálculo sólo lo puede realizar cada uno.
Así pues, os invito a que probéis a tomar las elecciones de vuestra vida de manera responsable, si es eso lo que deseáis en este momento, sino continuad como hasta ahora.

Si quieres que aclare algo de lo que lo escribo, o te apetece tener más información al respecto, no dudes en escribirme a través de los comentarios o a mi dirección de correo electrónico tamaralosavan@gmail.com

Un abrazo inmenso,
Deseo para ti el mejor presente y futuro que puedas desear.

jueves, 2 de enero de 2014

Viviendo el presente



Llevo una temporada interesándome en cómo vivir de una mejor manera, siendo más auténtica, leyendo mucho sobre el tema, viendo charlas TED, vídeos en la red, etc. y son muchas las tendencias que me llevan a sentir que la mejor manera de vivir es, en el presente. En ocasiones no disfrutamos del presente porque  estamos pensando en algo que ocurrió en el pasado, algo que nos molestó, nos bloquea, nos hace daño. En otras ocasiones posponemos nuestro bienestar a conseguir algo en el futuro, frases como "estaré bien cuando termine la carrera, cuando me case, cuando tenga hijos, cuando cambie de trabajo" y un largo etcétera de frases que posponen nuestro bienestar a hechos concretos. Al vivir de esta manera, sólo estamos disfrutando del resultado, sin embargo ¿qué pasaría si también disfrutamos del camino? De cada día, de cada logro...
¿Qué pasaría si sólo giramos la cabeza al pasado para ir en busca de herramientas? De esa manera no nos anclamos en el pasado, sino que tomamos aquello que nos interese para el presente, y que nos funcionó en el pasado. Por ejemplo, si en este momento, lo que necesitamos es arrojo y valentía, ¿qué tal si pensamos en una vez en que tuvimos arrojo y valentía en el pasado? ¿Qué hicimos? ¿Cómo lo hicimos? ¿Nos puede funcionar esa actitud para este momento? ¡Genial! No nos hemos ido al pasado para instalarnos allí, sino que hemos ido a recuperar aquello que nos funcionó antes.
En otras ocasiones, nos instalamos en la añoranza del pasado, diciendo cosas como "nunca volveré a estar tan feliz como cuando..." Y yo digo ¿nunca, nunca? ¿Qué fue lo que hiciste en ese momento que tan bien te hacía sentir? ¿Podrías sentirlo en otra situación? Podemos pensar en la añoranza de aquellos que ya no están, es claro que no pueden volver, pero ¿qué queremos hacer nosotros con esa situación? Puedo quedarme instalada en la tristeza de haber perdido a ese persona tan especial, o puedo pasar el duelo, que es necesario y cura, y después de ese momento, asumir la pérdida y honrarle con mis recuerdos, pero no desde el plano de la necesidad, sino desde el cariño.
Cuando vivimos el presente como el mejor momento posible, proyectando hacia el futuro que deseamos, es más probable que consigamos una sensación de plenitud.
Hay varias técnicas que facilitan vivir el aquí y el ahora tales como la meditación, el mindfulness y varias teorías relacionadas con la física cuántica.
Algunos de los ejercicios que podemos realizar para vivir el presente:
Respirar profundo durante unos minutos cada día, tomando el aire por la nariz y soltándolo lentamente por la boca.
Realizar nuestro aseo diario conscientemente, es decir, en la ducha, sentir como el agua caliente nos moja la cabeza, los hombros, la espalda, los brazos y sentir ese calor, sin pensar en otra cosa, notar el jabón, etc. Al secarnos, sentir como la toalla toca cada parte de nuestro cuerpo, echarnos crema sintiendo como hidratamos nuestra piel, etc.
Este ejercicio es un poco más dificultoso, sin embargo, lo pongo completo y se puede ir haciendo poco a poco, comenzar por 3-2-1-2-3 hasta llegar a completarlo. Para ello, nos colocamos en una posición cómoda y comenzamos a respirar profundo, en cada respiración decimos un número y la expiración el siguiente.
La secuencia es:
5-4-3-2-1-2-3-4-5-6
5-4-3-2-1-2-3-4-5-6-7
6-5-4-3-2-1-2-3-4-5-6-7-8
7-6-5-4-3-2-1-2-3-4-5-6-7-8-9
8-7-6-5-4-3-2-1-2-3-4-5-6-7-8-9-10
9-8-7-6-5

En definitiva, si disfrutamos del proceso, estaremos mucho más satisfechos y plenos que si sólo pensamos en llegar a la meta para "ser felices"
Deseo un 2014 en el que disfrutar de cada instante, por fugaz que sea.